Actividad de Nivelación Cilo IV. 1° periodo.
Actividad de Nivelación Ciclo IV.
1- Lee las siguientes leyendas.
La Candileja.
Según
esta leyenda, existe una gran bola ardiente compuesta de tres antorchas, que
toman la forma de tentáculos rojos y persigue a hombres sospechosos o de mala
voluntad, como borrachos, infieles, maltratadores, aquellos que abandonan su
familia, etcétera. Cuentan que también persigue a
viajeros trasnochados y que puede aparecerse para reprender malos
comportamientos de hijos y nietos.
El
origen de la candileja es una anciana que fue excesivamente permisiva con sus
nietos. Al morir, San Pedro la reprendió por haberlos educado de esta manera y,
como castigo, le da la forma de tres llamaradas de candela, así como la
encomienda de regresar a poner orden cuando fuera necesario. Una representaba
el cuerpo de la anciana, y las otras dos el de sus nietos.
La Mula Herrada.
Dicen los habitantes de
Bogotá que a partir de la medianoche puede escucharle el galopar de una mula. Herrada porque
va sola y ensillada recorriendo la ciudad. Se dice que un hombre llamado Don
Álvaro, disfrutaba de montar a su mula cambiando constantemente de rumbo.
Terminaba siempre en una casa de juego, donde comía y bebía hasta altas horas
de la noche. Un día, mientras Don Álvaro jugaba, su sirviente acompañó a la
mula a beber agua del río. El animal se escapó hasta la casa de juego donde se
encontraba su dueño.
Sorprendido,
Don Álvaro le pidió que lo recogiera todas las noches, y así ocurrió. Al morir
Don Álvaro, la mula pasó el resto de sus noches vagando por la ciudad en busca
de su dueño. Dicen que su fasta regresa hasta el día de hoy, con lo cual,
quienes la escuchan la llaman “la mula herrada”
Las
Brujas de Burgama.
En el pueblo de Burgama, hoy llamado San
Juan Crisóstomos de la Loma, cuentan la leyenda de María Antonia Mandona, María
Pérez, María de Mora, María del Carmen y Leonelda Hernández, quienes fueron
acusadas de brujería y sometidas a un proceso inquisitorial en el siglo XVII.
Eran conocidas como Las brujas de Burgama y vivían en un monte cerca del
pueblo, donde se dedicaban
a curar enfermos y enamorados.
No
obstante, se les acusaba de tener pactos con el diablo, así como de querer
convertir la localidad en una gran laguna para hacer del párroco un caimán, y
de los habitantes un conjunto de sapos. Fueron finalmente llevadas a prisión y
condenadas a la hoguera. Pero una de ellas, Leonelda, logró escapar con ayuda
de los pobladores indígenas. En conjunto, no sólo liberaron a la acusada, sino
que dieron muerte a los soldados y al capitán que había ordenado su condena.
Desde este momento, el lugar fue conocido como el Cerro de la Horca.
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